Los niños la mayoría de ocasiones están deseando llegar a casa para quitarse rápidamente la chaqueta y sobre todo los zapatos. A todos los niños les encanta andar descalzo, sentirse libres y poder permitir al pie sentir el frescor del suelo y las diferentes texturas que podemos llegar a tocar con las plantas de los pies.
El pie del bebé y sus sensibilidad
Los pies del bebé son sensibles, y cuando empleamos esta palabra, hablamos de la experiencia necesaria que estos recogen con su tacto, el cual es indispensable para desarrollarse neurológicamente. La información que recogen a través de los pies es sumamente necesaria para reconocer y saber del mundo que les rodea, aprender a adquirir diferentes posturas del pie, fortalecerlo y un sinfín de pequeños pero importantísimos detalles que ayudan a formar mental y físicamente a un futuro adulto.
Calzar en exceso al bebé no ayuda en su desarrollo
Los mayores solemos calzar a nuestros bebés a menudo, privándoles de la comunicación que puedan recibir del exterior, también de poder ejercitar sus pies y su futura forma de caminar, y de la posición y movimiento de sus pies en relación con el espacio, todo ello relacionado con el sistema nervioso central.
Los medios de comunicación con los spots publicitarios, y la mala información al respecto, han hecho que al bebé hasta los 9 ó 12 meses lo calcemos de modo innecesario cuando sus acciones deberían de permitirle estar en contacto directa y continuamente con su entorno inmediato.
Estudio sobre Podología preventiva:
niños descalzos igual a niños más inteligentes,
Isabel Gentil
Un estudio desde el que se hace una dura crítica a los anuncios de zapatos para edades preandantes, y a las opiniones exageradas de los pediatras, de calzar a los bebés que o están en edad de correr, y mucho menos de andar. Se reconoce lo ya mencionado anteriormente de manera rigurosa, y explica recalcando la importancia;
- maduración del sistema nervioso
- interacción y aprendizaje del y con el mundo que les rodea
- necesidad de aprender por experiencias que recibe
En definitiva, Isabel gentil en su amplio estudio, clarifica las razones del porqué no poner zapatos a niños que no tienen edad de andar, salvo para realizar función de abrigo. Estos ejercen presión, restan sensibilidad e impiden una información directa con el entorno, a la vez que un auto conocimiento constante sobre ellos mismos.